La Nueva Evangelización

La conquista supuso un choque cultural de proporciones épicas. En cuestión de algunos pocos años, las condiciones sociales de millones de habitantes de este continente, cambiaron para siempre. Los aventureros españoles, que desde el principio fueron acompañados por misioneros católicos, reclamaron las riquezas y los territorios para su rey, mientras que paralelamente los misioneros reclamaban las almas de los nuevos conquistados para Cristo.

El argumento legal para que los españoles cometieran todo tipo de atropellos en contra de los indígenas americanos, fue el hecho de que estos últimos no eran Cristianos. Se debe considerar que en España aun se libraba una guerra de expulsión de los “moros”, como eran llamados los musulmanes peninsulares, liderada por los reinos de Castilla y Aragón, cuyos Reyes llamados así mismos “Católicos” habían financiado el descubrimiento del nuevo continente. Una de las condiciones para que se pudiera utilizar la fuerza en contra de estos “bárbaros”, era leerles por lo general en un idioma que ellos no conocían, porciones de la biblia, luego les preguntaban la aceptación de la nueva fe, como en todos los casos la respuesta, si es que existió alguna, era negativa, se legalizaba de esta manera el uso de las armas para someterles, masacrarlos y despojaros de toda riqueza, la cual pasó a manos de los nuevos señores, con las correspondientes cuotas para la realeza Ibérica y a la Iglesia.

Debido a la brutalidad con que se llevó a cabo la conquista, no tardaron mucho en levantarse voces de protesta en contra de la inhumana condición de los nuevos vasallos del imperio católico español, en especial , cuando el proceso de evangelización cobró forma y constituyó la base para el reclamo de derechos como “Cristianos” de los conquistados. Ejemplo de ello, es el misionero Bartolomé de las Casas, quien con sus denuncias a la corte española puso en evidencia los excesos de los nuevos terratenientes, llegándose a promulgar las primeras leyes de “Indias” que constituyeron las primeras acciones concretas para mejorar las condiciones de los habitantes de este continente. Aunque nunca fueron suficientes, por sí mismas se convirtieron en una base legal por medio de las cuales el imperio español daba algún margen para considerar la condición de seres humanos a los habitantes originales de estas tierras.

El esfuerzo de los misioneros católicos por “Cristianizar” a los indígenas americanos, dio como resultado la fusión de dos religiones, lo que a la larga constituyó la esencia del hombre latinoamericano. La Virgen de Guadalupe, es la máxima expresión de esta nueva fe, que une en un símbolo Cristiano la cosmovisión de los pueblos autóctonos bajo el manto de la nueva religión. A lo largo y ancho de América existen ejemplos como éste y que junto a otras expresiones dieron como resultado una nueva “Raza” con identidad propia y cultura sin paralelo en el mundo. Fue el inicio de la reconciliación de dos mundos que chocaron frontalmente y que de alguna manera deberían de ahora en adelante convivir juntos.

Claro está , que la imposición de las leyes de protección a los “Indios Cristianos” incomodó de gran manera a la sociedad colonial, situación que se agravó cuando las principales ordenes religiosas, incrementaron su presencia en el continente , siendo la más representativa la Compañía de Jesús (Jesuitas).

Un ejemplo de ello , lo constituyen las “Misiones” Jesuitas en Sudamérica, donde se organizaron grandes “Haciendas” en una especie de cooperativas en las cuales participaban comunidades enteras siendo beneficiarias de los productos económicos que producían. De hecho  constituyó el primer sistema de reparto equitativo que se tenga conocimiento en el nuevo mundo.

Cuando se llevó a cabo la imposición de la economía “Liberal” en la segunda parte del siglo XIX y que fue realizada con violencia extrema, se destruyeron los pequeños avances en materia de derechos de los pueblos autóctonos, derechos que incluían por supuesto, sus tradiciones religiosas. La voracidad del nuevo modelo económico, supuso la demanda en exceso de mano de obra, se llevó a cabo la confiscación de las tierras comunales entregadas en un inicio a los indígenas. Esto para hacer posible los nuevos productos que como el café, constituyeron la base del sistema económico liberal, se terminó de perfeccionar el sistema feudal prevaleciente en los anteriores 300 años.

La iglesia y el carácter religioso del pueblo que mantenía su cosmovisión indígena refugiado en el cristianismo católico, seguía siendo un claro obstáculo para este nuevo modelo económico, por lo que se hizo evidente que se necesitaba desarrollar una nueva evangelización, como política de Estado. En este contexto, se expulsan las principales órdenes religiosas Católicas del país, se “Contratan” misioneros y se organiza en el país la primera iglesia protestante: La Presbiteriana.

La nueva evangelización había iniciado, uno de sus principales objetivos se basaba en restarle influencia a la Iglesia Católica, para eliminar su capacidad de maniobra en defensa de los pueblos indígenas. Las tierras confiscadas fueron entregadas en algunos casos a Protestantes Alemanes quienes desarrollaron el cultivo del café, el resto, sirvió para la creación de nuevos latifundios, esta vez en manos de una clase social que emergía y que ahora gobernaba: los “ladinos de la clase media” provenientes en su mayoría del occidente del país. Estas nuevas apropiaciones sumadas a las existentes en manos de los conservadores, dieron como resultado un nuevo sistema de reparto de la tierra que terminó con los pocos espacios otorgados a los pueblos originales. El saqueo histórico , según algunos estudiosos moderados supera los 2 millones de acres.

Luego de la segunda guerra mundial, se inicia el arribo de las misiones protestantes norteamericanas. El objetivo ahora era llevar la guerra fría hacia al plano religioso. El fundamentalismo protestaste llega de la mano del pentecostalismo y con él un discurso marcadamente anti socialista.

Contrariamente, en el seno de la Iglesia Católica de América Latina, surge la “Teología de la Liberación”, que reclama la reivindicación del hombre, denunciando las injusticias sociales, reclamando el derecho a la educación y la salud, como una continuación del evangelio de los pobres que enseñó el mismísimo Jesucristo en la Palestina ocupada y reprimida del siglo I.

Era evidente que continuaba siendo una política estatal el restarle protagonismo a los “padres Subversivos”como se les llamó a los sacerdotes católicos que trabajaban en las comunidades del interior, en especial ,luego de que algunos de ellos abrazaron la Teología de la Liberación. De hecho, fue tal el compromiso para con estas comunidades que algunos de ellos también tomaron parte activa en la lucha revolucionaria. Ejemplo de ello , lo constituyeron los padres: Camilo Torres en Colombia y Gaspar García Laviana en Nicaragua, solo por citar dos ejemplos.

La Teología de la Liberación también fue una fuente de inspiración para la lucha por los Derechos Civiles en EEUU, lideradas por el Dr. Martín Luther King, así mismo inspiró la Teología de la Liberación Negra en Sudáfrica en su lucha contra el Apartheid, la Teología de la Masa Popular en Korea y la Teología Campesina en Filipinas. En Guatemala, podemos ver el testimonio del padre Ricardo Falla y su experiencia junto a las comunidades en resistencia, que luchaban no solo por sobrevivir a la persecución militar, si no que valientemente se aferraban a su identidad cultural y espiritual huyendo entre las montañas y las selvas.

La tercera etapa de lo que hemos llamado esta “Nueva Evangelización”, se inicia cuando el protestantismo en Guatemala se “Nacionaliza”. Esto sucede cuando predicadores guatemaltecos fundan nuevas sectas desde mediados de los años setenta, las cuales actúan sin dirección alguna puesto que obedecen a un solo líder con características “mesiánicas”por lo general. Paralelamente, en el marco de la guerra interna, y durante el mismo periodo, se realiza un nuevo genocidio realizado en mayor proporción en la franja transversal del norte y el sur del petén, lo que provocó nuevos latifundistas, esta vez, militares que rápidamente han convertido esa región en tierra de narcoganaderos y fincas que explotan la palma africana. Una nueva generación de terratenientes nace de la guerra sucia y a costa de las comunidades indígenas que habitaban ese lugar, miles de catequistas y decenas de misioneros católicos fueron muertos. Hoy en donde antes existían cooperativas indígenas hay decenas de iglesias de sectas protestantes.

Estas sectas han logrado una masificación de la nueva fe  especialmente gracias al uso de los medios de comunicación. Su orientación está fuertemente influenciada por lo que se ha llamado en los propios círculos protestantes como la “Teología de la Prosperidad”, la cual manifiesta que el Pueblo de Dios, debe identificarse como un pueblo próspero, anima reiteradamente a la acumulación de bienes como símbolo de bendición.  Uno de los síntomas más notorios de esta tendencia, es la carrera  por construir el megatemplo más grande,  la construcción de imperios de comunicación y decenas de rubros más en donde invierten cientos de millones de quetzales, provenientes por supuesto, de las donaciones “voluntarias”, de sus congregaciones. La educación por ejemplo, ha sido siempre una prioridad, miles de colegios a lo largo y ancho del país, adoctrinan a los niños y adolescentes, creando masas de seguidores, que difícilmente cuestionaran creencias que se remontan a la edad de bronce. Llama la atención la creación de universidades, con el fin de incidir en las comisiones de postulación a diferentes organismos del estado.  En fin, las sectas rápidamente se han convertido en “imperios económicos” manejados de forma exitosa como grandes empresas transnacionales.

Una de las principales características de esta re vigorizada Evangelización, es el ataque directo a las tradiciones del pueblo Guatemalteco. Contrariamente a lo sucedido con los primeros misioneros Católicos del siglo XVI, que fusionaron las creencias locales con el cristianismo, el protestantismo moderno orienta su esfuerzo por anular por completo la base de las creencias autóctonas, despojando a las comunidades de su identidad, fortaleciendo el individualismo como factor de “Salvación”.

Se intenta borrar todo contacto con ese “sincretismo” religioso, mismo que define al guatemalteco como tal. Pareciera que se desarrolla una política que pretender eliminar el sentido de pertenencia, muy congruente con la llamada “Globalización” que pretende crear un mundo en donde solamente existan ciudadanos y por ende, consumidores universales.

Que pasará cuando finalmente la Semana Santa o el Día de los Santos, sean solo recuerdos lejanos, porque los nuevos predicadores nos hicieron el favor de sacarnos de tan retrogradas y satánicas creencias. Finalmente, dejaremos de ser guatemaltecos o latinoamericanos y habremos entrado de lleno al “Reino de los Cielos” solamente que en una versión anticipada y aquí en la tierra y por supuesto que todos gozaremos de la “Prosperidad” reservada para los salvos porque si estamos jodidos, debe ser porque lo merecemos, porque como dijo el predicador Fundamentalista del club 700 Pat Robertson refiriéndose al terremoto ocurrido en Haití: ¡Es un castigo, porque los haitianos hicieron un pacto con el Diablo cuando expulsaron a los franceses y lograron su independencia!

El fruto de esta evangelización es ya evidente,  los protestantes nos imponen ahora a los presidentes como el caso del señor Morales, atrofian la inteligencia y el sano razonamiento de sus “ovejas”, neutralizando la protesta ciudadana del año 2015, citando lo que en el mundo se llamó el despertar democrático de Guatemala. Siguen gobernando los mismos de siempre, militares criminales  que viven de la violencia y el terrorismo de estado, aunque los disfracen de maras y narcos, los grandes oligopolios que ni diezman ni pagan impuestos y por supuesto, los poderosos predicadores, milagreros, charlatanes, estafadores que los hay desde la más alta clase hasta los que a diario se encuentran en parques o subidos en los buses.

La política de estado iniciada por el mercenario protestante justo rufino barrios (minúscula a propósito, pero esa es otra historia de la cual hablaremos en otra ocasión) ha dado sus frutos, el control de la población por medio de la religión es sensible en todo el país. Un réquiem por la Guatemala y la nacionalidad perdida.

Giovani López

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